miércoles, junio 06, 2012

Nostalgia sobre la condición humana


Hace algunas noches he sentido la inquietante necesidad, ineludible, apenas aplazable por unos días, de volcar el cúmulo de reflexiones que me inspiran los acontecimientos cotidianos de nuestro México en algunas líneas que me permitan desahogarme, relajarme, descargar un poco del peso que el conocimiento de hechos desagradables, por decirlo de un modo excesivamente generoso, amenaza con aplastarme. Las constantes ofensas a la existencia de los seres sociales y aún de un gran número de organismos se han vuelto una descarada regularidad en nuestro México, concretamente en la entidad veracruzana y para ser más exactos en la ciudad de Xalapa y sus alrededores.

Ya he dedicado otros espacios a denunciar a aquellos que con todo lujo de vileza se haqn dedicado a consolidar sus posiciones de comodidad a costa de la denigración e incluso el asesinato de sus semejantes. Entre los autores visibles de las vejaciones que sufrimos cotidianamente están Felipe Calderón Hinojosa, Genaro García Luna, Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox Quesada, Enrique Peña Nieto, Elba Esther Gordillo, entre otros a nivel nacional, a nivel estatal están Fidel Herrera Beltrán, Reynaldo Escobar, Miguel Ángel Yunes Linares (éste último ha ampliado su despiadada influencia a nivel nacional como protector de pederastas y autor de la ley del ISSSTE con la que se abolió la seguridad social en México), entre otros más.

Pero más allá de denunciar a esta clase de personas, quienes son responsables, de violaciones a los derechos humanos, ocultamiento de información, proliferación de la delincuencia, protección a criminales, corrupción, fabricación de culpables, exoneración de asesinos y violadores, represión a ciudadanos, robo de bienes, asesinato de periodistas, ineptitud en el desempeño de sus responsabilidades, omisión de procedimientos que han devenido en el desamparo de víctimas de la delincuencia, a veces con resultados mortales, entre otras muchas aberraciones, deseo hacer un comentario sobre la fragilidad de la condición humana que queda manifiesta ante la serie de abusos bestiales de los que hemos sido objeto por parte de estos personajes. Parece que la hermosa armonía que deseamos mantener en nuestros hogares y la sensación de seguridad que deseamos acompañe a nuestros hijos cuando los arropamos en la cama, es un hermoso anhelo que nos puede ser arrebatado en cualquier momento. Es entonces cuando nos aferramos firmemente a instancias supraterrenales que deseamos nos protejan junto con nuestros seres queridos (y a toda la humanidad quienes son más generosos) de las aberraciones que suelen ocurrir día a día. Otra opción es la pérdida de la esperanza en la intervención de una benévola fuerza superior y la aceptación de la crudeza que implica una existencia regida solamente por la organización humana. Un panorama aterrador, pero muchísimo menos aterrador que las vivencias que muchos de nuestros semejantes tienen que tolerar en nuestro mundo. Recuerdo un texto del escritor Edgar Allan Poe en sus "Narraciones extraordinarias" en el que decía, palabras más, palabras menos, que debíamos dar gracias a Dios porque, en su infinita bondad, no permitió que el horror fuera una sensación colectiva, sino individual. El autor explicaba que el horror es una de las experiencias más desafiantes a las que puede ser expuesta una persona y que, si se presentara colectivamente, el mundo podría terminar como producto del arrebato generalizado. Hoy día, quienes tenemos el interés de estar enterados de lo que sucede en nuestro mundo, quizá no sentimos el horror de manera colectiva, pero sí nos contagiamos de un sentimiento de frustración ante tantas injusticias que ocurren habitualmente.

Ante lo arriba expuesto, ¿qué nos queda? Un servidor aún no ha encontrado la respuesta. Deseo vivir en un mundo donde la visión de lo que acontece no devenga de manera lógica o natural en una frustración colectiva. Deseo un mundo mejor, donde la justicia, si no logra ser la regla, sí sea lo más recurrente. Para ello es necesario estar enterados de las cosas que pasan. Y no quedarse callados ante la injusticia. Este pequeño espacio de reflexión y de difusión de otras voces es una modesta aportación a la búsqueda de un mundo más justo.

Espero que cada uno de quienes vivimos en este mundo (que no planeta) desorganizado por naturaleza y desequilibrado por la apatía de quienes lo tenemos a nuestro cargo podamos encontrar motivos para seguir adelante y espacios para disfrutar de la bondad y la belleza.

Desde algún lugar de la imaginósfera, les comparto ésta, una más de mis reflexiones insomnes, en la que siento nostalgia por la condición humana.

No hay comentarios.: